miércoles, 7 de diciembre de 2011

Érase una vez en el Oeste


Hola amigos cinéfilos, éste será mi primer comentario de "La Cineteca", así que espero poder cumplir con tan importante misión. La película de la que hablaremos hoy es Érase una vez en el Oeste (en algunos países se conoce como Hasta que llegó su hora), pero antes de decir más, vamos con la ficha:


Título Original C'era una volta il West 

1968 - Italia/EEUU - 165 min. - Spaguetti Western
Dirección Sergio Leone  Guión Sergio Leone y Sergio Donati. Historia de Dario Argento, Bernardo Bertolucci y Sergio Leone  Cinematografía Tonino Delli Colli  Montaje Nino Baragli  Música Ennio Morricone 
Producción Fulvio Morsella para RAFRAN, EURO INTERNATIONAL y PARAMOUNT
Reparto Henry Fonda, Claudia Cardinale, Jason Robards, Charles Bronson y Gabriele Ferzetti.
Frank Wolff, Keenan Wynn, Paolo Stoppa, Lionel Stander, Woody Strode y Jack Elam.


Aparece una antigua y roñosa estación de ferrocarriles con un también roñoso y modesto funcionario que se dedica a vender los pasajes de tren. De repente se ve rodeado por tres hombres de dudosas intenciones, vestidos de vaqueros y que dan la impresión de que hablan más con sus revólveres que con sus bocas. Miran fijamente al funcionario, quien intenta cobrarles, pero luego lo piensa mejor y se arrepiente, aunque ya es demasiado tarde y es invitado “amablemente” por uno de ellos a “guardar silencio”, dejándoles la estación a los matones recién llegados. Una mujer que se encontraba ahí, arranca antes de que le ocurra algo.
Desde que comienza la escena se escucha constantemente un “rechinar”, como el de un viejo molino de madera o de una bomba manual para extraer agua. Los vaqueros se acomodan en “su” estación, uno en una silla, otro en la sombra debajo de un estanque de agua y el tercero se moja la cara y las manos en un bebedero, y se quedan esperando, esperando a algo o alguien que llegue.


Mientras esperan, el vaquero de la silla destruye un telégrafo que le molestaba por su ruido, el que está a la sombra, resuelve un problema de una gota que le caía en la cabeza poniéndose el sombrero. El que estaba en la silla ahora debe lidiar con una mosca que insiste en pararse en su rostro y termina por encerrarla en el cañón de su revolver.


El ruido del molino continúa y de pronto comienza a eclipsarse por el de una locomotora. Al parecer lo que estaban esperando se aproxima, así el vaquero que estaba a la sombra se toma toda el agua acumulada en la pequeña posa de su sombrero y comienza a cargar su revolver, el otro libera a la mosca y se pone en camino junto con el que estaba en el bebedero.


Nueve minutos y medio de película y llega la locomotora. No hay movimiento, salvo el del vapor emitido por la máquina. De repente se abre una compuerta de un carro de carga, lo que pone un poco nervioso a los vaqueros ya que llevan instintivamente sus manos a sus fundas, pero al parecer no hay peligro, puesto que un hombre deja caer una caja desde carro con la compuerta abierta y luego la cierra. Los vaqueros se miran entre ellos y comienzan a  caminar hacia la mitad de la estación para reunirse, mientras el tren comienza a retomar su rumbo.


Los vaqueros ya van en dirección al interior de la estación cuando comienza a sonar una armónica con una melodía muy especial, no es una melodía alegre. Los vaqueros comienzan a mirar y no ven nada. Los carros del tren aun pasan frente a la estación, cuando pasa el último y el tren se aleja definitivamente, ven al otro lado de la línea ferroviaria a otro vaquero vestido de tonos claros, que toca esta melodía con la armónica y los mira fijamente. Deja de tocar la armónica y recién a los once minutos con treinta segundos se escucha el primer diálogo (antes sólo había hablado el funcionario de la estación cuando intentó venderles los boletos, pero los vaqueros no habían abierto la boca):


“¿Y Frank?” pregunta el desconocido.


“Frank nos mandó para acá” le responde uno.


El viento comienza a mover las vestimentas de los vaqueros y el desconocido pregunta:


“¿Me habéis traído un caballo a mí?”


Los tres vaqueros se miran con complicidad y sonríen entre sí, y el que había respondido antes le dice:


“Al parecer... al parecer nos falta un caballo” con un tono claramente irónico, provocando la risa de sus compañeros.


El desconocido los sigue mirando fijamente y luego mueve horizontalmente su cabeza expresando su desaprobación por la respuesta, por lo que sentencia:


“Habéis traído dos de más”.


Los rostros de los tres vaqueros dejan de reír y se rigidizan, el plano ahora ya no es cerrado a las caras de los personajes, sino abierto mostrando a los cuatro duelistas, tres contra uno, que se aprontan a tomar sus armas. Un rápido movimiento y los tres compañeros caen acompañados de tres disparos, sin embargo uno de ellos, antes de caer, logra dispararle al desconocido, derrumbándolo también.
Se vuelve a escuchar el sonido del molino y aparece un plano cerrado de éste, mientras gira y suena, lentamente la cámara comienza a alejarse, revelando así el molino completo, luego el estanque de agua y finalmente parte de la estación.


Inmediatamente la cámara enfoca en un plano muy cerrado, parte de una cara con el ojo que se ve cerrado, y éste comienza a parpadear, no estamos seguros de cual de los cuatro es el sobreviviente, hasta que la cámara comienza a alejarse y vemos que es el desconocido con la armónica. Se incorpora lentamente, ve que sus tres rivales yacen en el suelo, se acomoda el brazo izquierdo, el cual aparentemente quedó herido tras el duelo, toma su arma, se pone de pie, agarra su maleta y parte.


Esta es la larguísima escena introductora de Érase una vez en el Oeste, quizás la obra maestra de las obras maestras del sub-género spaguetti western y de los western en general.


Después de la “trilogía del dólar” uno podría pensar que ya no podía haber algo mejor, pero ahora uno mira hacia atrás, y queda claro que en el fondo Por un puñado de dólares (1964), Por unos dólares más (1965) y El Bueno, el Malo y el Feo (1966), no son otra cosa que ensayos necesarios de Sergio Leone (El Coloso de Rodas, 1961) antes de lograr la máxima expresión del spaguetti western, en la cual los héroes no son tan héroes, ni luchan por ideales como la libertad y la justicia, sino por motivos de cuestionable moral, como la venganza o el bienestar personal por sobre los demás. Los bandidos no son tan malos como aparentan o como uno podría esperar, e incluso son queridos por el público como es el caso del personaje Cheyenne, interpretado por el formidable Jason Robards (Todos los hombres del presidente, 1976). Las mujeres, que si bien no son las heroínas en este mundo más bien machista, tampoco son princesas virginales e impolutas, sino tienen pasados oscuros, misteriosos y moralmente cuestionables.



Con esta clase de personajes se desarrolla esta película, teniendo dos ejes principales en su argumento: la venganza del misterioso hombre de la armónica, y el proceso de colonización de Estados Unidos hacia el oeste, durante el siglo XIX, que se desarrolla en el ficticio pueblo de Flagstone y sus alrededores.


En la ya mencionada escena inicial, Leone se toma quince minutos para mostrar un simple duelo, y para decirnos que el hombre de la armónica está buscando a Frank, no sabemos para qué, pero podemos intuir que no para algo bueno, al ver cómo quedaron sus secuaces.


Esos quince minutos son un verdadero preludio al resto de la película; maneja los tiempos logrando que la escena se vea exageradamente lenta, con muchos detalles que contribuyen a generar una mayor tensión, hasta el momento climático del duelo, donde juega con los primeros planos en los rostros de los duelistas, la espera que se hace eterna, para finalmente desembocar en los estruendosos y fulminantes disparos.


La fotografía contribuye al mostrarnos hermosos y extensos parajes desérticos del viejo oeste estadounidense y el interesante el juego que hace con las sombras al momento de los duelos.


La banda sonora compuesta por el gran maestro Ennio Morricone, no sólo acompaña cada momento y a cada personaje, sino también destaca por sí misma; la amenazante melodía de la armónica, la lúdica música de Cheyenne o la esperanzadora pieza que acompaña a Jill.


Los personajes son presentados tal cual, sin explicar sus motivos; el hombre del armónica mata a los otros vaqueros. ¿Por qué? No importa. Sólo los mata. Y busca a Frank. ¿Por qué? No se sabe, o al menos no se sabrá hasta prácticamente el final de la película. Y es esa clase de misterio que rodea a los personajes, lo que los hace aun más atractivos.


En el otro eje del argumento, se nos presenta a un empresario con muchos recursos, que quiere lograr lo que quiere, sin importar el precio, sin importar si en el camino destruye  vidas. Este personaje interpretado por Gabriele Ferzetti (Al servicio secreto de Su Majestad, 1969), representa al hombre de negocio vil, codicioso, que cree que todo lo logra con dinero.


Es un personaje muy actual en nuestros días, como también en la época de los colonos. Al menos eso es lo que quiere mostrar Leone, que la colonización de Estados Unidos, no fue perfecta, ni pura, ni la búsqueda de la tierra prometida, sino de supervivencia de mucha gente a costa del aprovechamiento de mucha otra, que puso la avaricia y el poder como prioridad, antes que la vida del prójimo.


Este es el caso del empresario y ciertamente es el caso de su matón número uno: Frank, interpretado magistralmente por Henry Fonda (Nuestros años dorados, 1981), quien no tiene “pelos en la lengua” para asesinar a un niño o eventualmente tomar todo el poder, sin importar a quien tenga que eliminar para conseguirlo. Además de la buena actuación de Fonda y Robards, también resalta la sólida interpretación de Claudia Cardinale (La Pantera Rosa, 1963) como una ex-prostituta ahora heredera de una tremenda fortuna.
Sin duda es una obra maestra que no sólo es recomendable, NO se la pueden perder, se los aseguro! Eso sí, si es la primera vez que van a ver un spaguetti western, quizás sería bueno que vieran antes la “trilogía del dólar”, no porque sea necesario para entender esta película, para nada, de hecho no tienen nada que ver ésta con las otras, pero si ven Érase una vez en el Oeste primero, puede que las otras no las encuentren tan buenas, porque sin dudas, ésta es la mejor!
Trailer de Érase un vez en el Oeste

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